miércoles, 2 de abril de 2008

Yo era inocente.

…me puso un café encima de la mesa, no se si estaba intentando sobornarme, si quería sacarme algo más de información, o solamente quería que esperase allí sentada, saber que estaría allí.

Salió de la sala y me dejó sola, me cegaba la luz de aquel impertinente foco. No pude hacer más que bajar la vista a la mesa. El café estaba demasiado caliente, por no decir intragable. Nunca me ha gustado el café de máquina, supongo que fue por aquella vez, era un martes por la tarde en invierno, hacía mucho frío. Salía de clase con un café y terminé por derramarlo todo sobre mi mano hasta quemarme. No, nunca me gustó el café de máquina (…)
Y yo seguía esperando, definitivamente él quería que me quedase allí, a pesar de que había dejado la puerta abierta. No sabía lo que se suponía que debía hacer, no me habían dado instrucciones, por no decir que aquel desagradable no me había dado ni los buenos días. No sé si esperaba que dijese algo, puede que me estuviese observando por uno de esos cristales falsos, de los que solo se ve por un lado, pero había dejado la puerta abierta, ya habían terminado conmigo y el café estaba todavía caliente. Salí, salí de la sala, dejé el café en la mesa en el momento en el que me entró la duda acerca de si era para mí…no lo había pensado antes, así que por si acaso lo dejé en la mesa en la misma posición en la que lo había encontrado.
Salí y dejé la puerta abierta tal y como estaba, todo en su sitio. Siempre fui una maniática del orden, el cosmos, no se puede alterar el orden de los elementos de la estancia, ni el orden de los hechos, así que salí retrocediendo sobre los mismos pasos sobre los que había entrado, como si rebobinase una cinta VHS hacia atrás.
Abandoné la sala, y quizás esa fue la peor de las decisiones que pude tomar en mi vida. Caminé por el corredor principal, los administrativos seguían enfrascados en sus máquinas de escribir, algunos tomaban café y tenían conversaciones intranscendentes.
Del portalón de salida di a parar a la calle, sin más. Escuché un grito llamándome, me di la vuelta y se oyó un disparo. No recuerdo más de aquel interrogatorio. Yo era inocente…

3 comentarios:

Toujours elle. dijo...

Respuesta, lo que está en cursiva es el comienzo de un relato de Carver, lo que está normal es el final que yo le he puesto. ¿Gusta?

Boneca de trapo dijo...

Yo... esto... nada...

Ana Vázquez dijo...

Me ha gustado el relato! Soy Ana, la asturiana del MEP, pondré un enlace en mi blog de este.

Un beso wapisima!